Segundo Domingo de Cuaresma
Lucas 13.31-35. Ante la advertencia de que Herodes quiere matarlo, Jesús afirma que seguirá con su tarea, confirma su recorrido hacia Jerusalén, y llora por esa ciudad que ha rechazado continuamente el mensaje de Dios, incluso matando a los profetas.
Génesis 15.1-12, 17-18 nos cuenta la alianza que Dios le propone y le garantiza a Abraham por su fe, es decir, por su disponibilidad, y le promete una tierra y una descendencia: un lugar en el mundo y en la historia.
Carta a los Filipenses, 3.17 a 4.1. Sigan mi ejemplo, se atreve a decir Pablo, no el ejemplo de quienes viven para sus propios apetitos. Nosotros, ciudadanos del cielo con un destino glorioso, somos llamados a mantenernos firmes en el Señor.
Salmo 27. Como un coro a varias voces, primero se proclama al Señor como “mi luz y mi salvación”, luego pasa a ser una oración pidiendo la protección y guía de Dios, para terminar en una exhortación a tener confianza en el Señor y no desanimarse.