Sexto Domingo de Pentecostés
Evangelio de Lucas, 10.1-11, 16-20. Jesús amplía su misión enviando a 72 discípulos a pueblos y aldeas, anunciando la proximidad –disponibilidad- del Reino de Dios. Y los envía como representantes suyos y del Dios que lo envió a él..
Isaías 66.10-14. El profeta invita a alegrarse, y a prepararse para la alegría, porque Dios, como madre amorosa y consoladora, trae su paz que no es inmovilidad sino fuerza de vida como un río, incluso como torrente desbordado.
Carta a los Gálatas, 6.7-16. Sembrar el mal o el bien, cosechar muerte o vida eterna, quedar bien con alguna gente y evitar persecuciones, o vivir en la cruz de Cristo y recibir paz y misericordia; tales son las opciones que presenta el apóstol en su carta.
Salmo 66.1-8. Una invitación a reconocer y a cantarle a Dios con alegría, por sus obras maravillosas en la historia de su pueblo. Esto equivale a reconocer a Dios y alabarlo por todo lo justo, por todo lo que defiende la vida en la experiencia de todos los pueblos.